Gloria Amparo Gómez Varón siempre ha luchado con ser una mujer de talla grande. Desde niña tuvo sobrepeso y con los años la situación se hizo un poco más compleja.
“Toda la vida fui una bebé, una niña y una adolescente obesa, solo que cada vez era más y más el peso que tenía. Yo recuerdo que, en el 2000, yo estaba pesando como unos 90 kilos más o menos, cuando llegué al 2008 estaba pesando 120 kilos. Entonces con esa obesidad mórbida y ya estaba como muy en boga el cuento del bypass, se lo había hecho Maradona (El futbolista), etc. Empecé a mirar por la EPS. Fue un año largo en que me mandaron a los diferentes especialistas, incluido el psiquiatra, un neumónologo porque yo sufría de asma por obesidad, el fisiatra… bueno, como ocho especialistas diferentes. A lo largo de ese año me mandaron con uno y con otro. Finalmente me dijeron que me lo iban a hacer. Fue una de las primeras cirugías que hizo la EPS sin necesidad de tutela. Para mí fue una sorpresa, me sometí al bypass. Afortunadamente excelente. Lo hicieron el doctor Juan Daniel, el doctor Chaux (Carlos Felipe) y Bolaños (Eduardo)”.
Señala que el postoperatorio fue una etapa sin traumatismos ni dolor porque la cirugía se hace por laparoscopia. A los diez días Gloria había bajado 10 kilos. Debía comer porciones muy pequeñas. “Uno tenía que comprarse un teterito porque uno comía por onzas. Entonces todo muy licuado, pero ya el organismo se va recuperando y uno puede comer de todo. El organismo le va diciendo que no tolera y que sí. Al sol de hoy, por ejemplo, la carne molida no la tolero, la zanahoria, complicadito, el tomate como sin cocinar, también me afecta”, dice.
Cuenta que día a día empezó a comer un poco más y como el estómago es un músculo y está en capacidad de ampliarse de acuerdo a la cantidad de alimento que se ingiera.
“Después de la cirugía, como a los cinco meses, yo llegué a pesar 64 kilos, ese fue mi peso mínimo, en ese momento me veía super demacrada. La verdad de 120 kilos a 64, prácticamente la mitad del peso”. Su médico le dijo que eso podía pasar. Que iba a llegar un momento en que su peso iba a descender mucho, pero que se iba a estabilizar de acuerdo a la complexión y estructura ósea. “Empecé poco a poco a subir a subir, casi que, sin darme cuenta, pero iba subiendo, subiendo. Me mantuve unos tres años, en 85 kilos, máximo 86. En enero de este año estaba pesando 87 kilos. Me hicieron una prueba en febrero porque tengo hipoglicemia y me internaron cinco días, sin comer nada porque tenía que obligarme a hacer una hipoglicemia y salí de ahí pesando 85 y en un mes prácticamente me subí a noventa.
Entonces dije: ¡No! Hasta aquí llegamos y estoy nuevamente mejorando los hábitos alimenticios, porque todo es de mejorar los hábitos. Yo volví a comer muchísimo dulce, aunque el bypass ayuda a que el dulce no se absorba de la misma forma, tampoco las vitaminas, por eso uno tiene que ponerse una inyección de B12 cada mes”.
Señala que nunca dejó las bebidas gaseosas y que, por el contrario, aumentó su consumo, así como la ingesta de harinas, dulces y durante casi 10 años, la actividad física fue reducida.
“Y pues claro, cuando yo ya me vi en los 90 y que estoy a treinta de estar pesando lo que pesaba antes y que me he subido 25 kilos desde el peso mínimo que tuve. Entonces dije: es el momento de cambiar hábitos y en esas estoy; apenas llevo tres semanas, pero pues por lo menos tengo la convicción y espero tener la fortaleza para seguir porque es más por salud”.
Dice que en la actualidad se inscribió en un centro de entrenamiento físico donde se baila para perder peso y quemar calorías, pero es consciente que no puede hacer el mismo esfuerzo de saltar porque los pies no resisten al máximo tal práctica. Sabe que su salud depende de un cambio sustancial en los comportamientos respecto al consumo de azúcares y carbohidratos, dormir bien, como también de la ingesta regular de agua y la actividad física continua. “Y uno lo puede hacer, lo que pasa es que infortunadamente el dulce, las gaseosas, las galguerías, son mucho más llamativos que las verduritas y el pollito magro”.
Las cifras
De acuerdo con cifras de la más reciente Encuesta Nacional de Situación Nutricional (Ensin), que presentó el Ministerio de Salud y Protección Social en 2017, “uno de cada tres jóvenes y adultos tiene sobrepeso (37,7%) es decir su índice de masa corporal (IMC), medida internacional que se utiliza para definir la obesidad, se encuentra entre 25 y 29,9, mientras que uno de cada cinco es obeso (18,7%), con un IMC superior a los 30. En este sentido, el 56,4% de la población en Colombia presenta exceso de peso siendo más en mujeres (22,4%) que en hombres (14,4%).”
A estas estadísticas se suma que el país es el segundo en Latinoamérica donde más se realizan cirugías bariátricas (Con aproximadamente 12 mil procedimientos al año), después de Brasil.
De acuerdo con el doctor Rafael de Jesús Pantoja, médico anestesiólogo que trabaja en el área de cirugía bariátrica y metabólica, miembro del comité de expertos en manejo de vía aérea de la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación (S.C.A.R.E) y autor del libro Anestesia y Obesidad, Manual Práctico de Anestesia para Cirugía Bariátrica. “La obesidad en Colombia se ha ido incrementando desde año 2012 para acá, antes contábamos con aproximadamente un 40% de la población con algún grado de obesidad, hoy superamos el 50%, es por esta razón que las intervenciones a este tipo de pacientes se han hecho más frecuentes”.
El procedimiento
Una cirugía bariátrica es un conjunto de procedimientos quirúrgicos que se usan para tratar a personas con exceso de peso y quizás es una de las alternativas más útiles para ayudar a los pacientes con obesidad mórbida.
De acuerdo con el doctor Pantoja “las cirugías bariátricas se dividen en tres: las restrictivas, en las que se sitúa un anillo alrededor del estómago para producir una restricción en la ingesta de alimentos, utilizando un sleeve o manga gástrica que busca realizar un corte al estómago casi de un 70% aproximadamente, las mala absortivas como el by-pass yeyuno ileal, de poco uso en la actualidad y las mixtas como el by-pass gástrico que también es una de las cirugías bariátricas que más se usan en obesidad extrema, reduciendo considerablemente la capacidad gástrica”.
Es claro que puede existir riesgo por las enfermedades adyacentes al sobrepeso, que padecen quienes lo sufren entre las que se cuentan: diabetes, hipertensión arterial, falla renal, SAOS (Síndrome de la Apnea Obstructiva del Sueño), entre otras.
Respecto a la anestesia en pacientes obesos, Pantoja dice que estos procesos han evolucionado y el anestesiólogo cumplirá un papel fundamental en la cirugía pues debe tener en cuenta no solo la dosificación de los medicamentos, sino el metabolismo del paciente, las enfermedades que padecen, así como “el manejo de la vía aérea, las óptimas condiciones respiratorias para minimizar los riesgos y el adecuado control del dolor posterior a la intervención”.
Cambio de hábito
Gloria quiere llegar a los 80 kilos, como meta para dentro de siete u ocho meses, porque no busca a hacer algo drástico, sino que gradualmente el organismo se desintoxique y se pueda mantener en un peso estable.
Señala que, si bien durante un año hay un acompañamiento regular por parte del médico tratante, falta un poco más de acompañamiento psicológico y de conocer casos de personas que bajaron mucho de peso, pero que también volvieron a subir. “Es como tener ese cuidado y esa atención de decirle: mira que es cierto que, si sigues comiendo igual, tu estómago va a seguir creciendo igual”.
Además, explica, las personas obesas tienen que lidiar con el juicio de los otros, “porque no saben cuánto sufre uno, cuando se quiere comprar una ropa y no le queda buena; me toca utilizar no lo que me gusta sino lo que hay porque no hay de mi talla. La gente te juzga demasiado duro y justamente quienes no han tenido que sufrir este flagelo de la obesidad, porque justamente es como una enfermedad, como cuando sufres de diabetes o hipertensión (…) la gente es muy fácil para juzgar (…) nadie sabe con el sufrimiento que las personas obesas tenemos que vivir”.
En suma, es claro que una cirugía bariátrica puede mejorar la calidad de vida del paciente obeso, ayudándole a perder peso, pero es importante que exista un trabajo multidisciplinar en el que intervengan médicos anestesiólogos, internistas, psicólogos y nutricionistas, para garantizar la perdurabilidad y éxito del proceso.
“Los pacientes obesos deben manejarse integralmente para ofrecerles un apoyo y evitar que la cirugía fracase. Así el paciente se someta a una cirugía bariátrica debe cambiar sus hábitos alimenticios, evitar el sedentarismo y tener un programa de ejercicios, de lo contrario puede volver a engordar y no tener el beneficio sobre sus enfermedades metabólicas y cardiovasculares” así lo afirma el especialista.
Gloria Amparo sostiene que es importante contar con grupos de apoyo para trabajar en el refuerzo positivo porque la comida también es una adicción. Es como quien consume sustancias psicoactivas: aunque tenga el propósito de dejar de hacerlo, puede recaer si no busca que ese cambio sea radical.
“Uno siempre se pone a pensar que uno ve en la calle a personas delgadas que en la vida han hecho una dieta, que nunca han entrado a un gimnasio, que pueden comer como sabañón y no les afecta nada. Y uno dice: por qué a mí, ¡qué rabia! ¿Será psicológico? Que yo estoy exteriorizando en mi gordura algo que está en mi mente. Uno empieza a preguntarse tantas cosas, pero al final uno dice: este fue el cuerpo que Dios me dio, o la vida, o mi papito y mi mamita me dieron y con eso tengo que vivir y no amargarme por lo que las otras personas vivan o dejen de vivir, sino por lo que yo puedo hacer por mí”.