Por: Ulahy Beltrán López
Hace unas semanas escribí para un diario de circulación nacional sobre el problema de salud pública que se había constituido en Colombia el uso no controlado de los antibióticos. Mencioné en ese momento que muchos pacientes están abusando del consumo de estos medicamentos, lo que estaba implicando que cuando efectivamente se requería de verdad el uso de alguno de ellos, el pretendido efecto no se consiguiera, pues las bacterias se están haciendo resistentes ante estos fármacos.
Hay datos que preocupan al respecto, como por ejemplo que de acuerdo con médicos epidemiólogos que han revisado este tema en Colombia aumentó la mortalidad intrahospitalaria de los pacientes en un 14% por el uso de antibióticos sin formulación, ante la libre venta de ellos en el mercado, escenario de comercialización que incluye desde las farmacias de cadena hasta las tiendas de barrio. Por ello resulta pertinente el debate si es conveniente continuar con ese fácil acceso y sin mayores controles reales de las personas a dichos medicamentos, a propósito de la aprobación en la Comisión Séptima del Senado en primer debate de un proyecto de ley que pretende regular estrictamente la venta de antibióticos en Colombia.
Ese proyecto de ley precisamente pretende prohibir el comercio de estos medicamentos sin fórmula médica, de tal manera que no se siga favoreciendo la resistencia bacteriana ante los antibióticos en este país, y así no se siga perdiendo su efecto terapéutico como es el de contrarrestar las infecciones por dichos gérmenes.
Pero si el tema en Colombia amerita la pronta revisión por sus alcances y consecuencias, este asunto de la resistencia bacteriana está generando preocupación a nivel mundial. Se ha conocido de manera reciente en cálculos realizados con base en estudios existentes del instituto de análisis Rand Europa y la consultora KPMG, que las infecciones resistentes a los antimicrobianos en la actualidad se cobran anualmente al menos 50.000 vidas en toda Europa y Estados Unidos solamente. En el caso puntual de los Estados Unidos, las infecciones resistentes a los antibióticos se asocian con 23.000 muertes y dos millones de enfermedades cada año. Estas cifras, de innegable impacto en los indicadores de salud pública tienen además otra connotación no menos importante: el impacto financiero que tienen los costos en los que incurren los sistemas de salud por el manejo de esos pacientes con resistencia bacteriana.
Para ser más ilustrativo con las cifras de esta grave problemática, el estudio que fue encargado por el gobierno británico concluyó que de seguir la actual tendencia a nivel del orbe, la resistencia a los antibióticos podría ser responsable de 10 millones de muertes al año hacia 2050 y golpear el producto interno bruto mundial de 2,0 a 3,5%, mientras que en comparación, el mismo estudio estima que la segunda mayor causa de muerte, el cáncer, para el 2050 dará cuenta de 8,2 millones de muertes al año.
Con ese panorama amenazante, se hace más que necesaria y urgente en estos momentos, mientras se continúa el próximo año con el trámite del proyecto de ley antes mencionado, que en Colombia se genere una estrategia rápida y efectiva por parte de la autoridad sectorial, que permita que a través de programas y campañas educativas de sensibilización, se logre concientizar a la población colombiana sobre el adecuado uso de los antibióticos, pero también de los riesgos de la automedicación, que pueden llevar a la misma muerte de las personas.