El Covid-19 es una pandemia sin precedentes, cuyo funcionamiento epidemiológico -aun después de más seis meses de contagio y circulación en la población- tiene componentes desconocidos por la ciencia.
El virus que tomó por sorpresa al mundo científico todavía, no tiene fecha de caducidad, ni antídoto que le ponga fin. Esta realidad ha llevado al mundo a replantear su funcionamiento bajo medidas que mitiguen el impacto del Covid-19 sin frenar, sobre todo, la oferta de servicios necesarios para la salud, como los tratamientos para la reproducción humana.
Bajo esta premisa, la Asociación de Centros de Reproducción Humana (ACCER) desplegó con sus 31 clínicas de fertilidad un consenso nacional para establecer recomendaciones que faciliten el abordaje al paciente durante la pandemia por coronavirus SARS COV-2 /Covid-19, cuando el Gobierno permita que se retomen los servicios de salud de bajo riesgo en el país.
Las recomendaciones buscan que -cuando el sector vuelva a operar- se garantice la atención de alta calidad bajo protocolos de bioseguridad y en cumplimiento con las normas regulatorias actuales. Lo anterior, con el objetivo de responder a las necesidades médicas de una patología que afecta cerca del 15-20% de la población en edad fértil.
Al inicio de la pandemia la recomendación emitida por sociedades científicas del mundo era detener todos los tratamientos de reproducción asistida. Sin embargo, con el correr del tiempo, esta posición ha migrado hacia una propuesta de prestación responsable de la atención médica en reproducción humana, bajo unos estándares elevados de bioseguridad que proporcionen una adecuada protección a usuarios y personal médico/asistencial, cumpliendo con la responsabilidad y la consciencia médica de atender una patología como es la infertilidad, dentro de un marco coherente con la situación actual de pandemia y acatando las disposiciones de las autoridades.
Con este fin se desarrolló una guía de recomendaciones para atención ambulatoria, consulta externa, extracción de óvulos, in vitro, entre otras prácticas de reproducción asistida, que garantizan un monitoreo previo al paciente, durante y posterior, con el objetivo de proteger el contagio del Covid-19 al mismo tiempo que se lleva a satisfacción el procedimiento.
Bajo este panorama, podría contemplarse prudente el reinicio de la realización de los tratamientos de reproducción humana en el corto plazo, evitando así el deterioro en el pronóstico de resultados asociados con el aumento de la edad y velando por el bienestar físico y emocional de los pacientes con infertilidad, siempre dentro de un marco regulatorio y cumpliendo de manera estricta con las normas de sanidad. Es importante aclarar que hasta el momento el Gobierno no ha indicado la reapertura del sector.
En este sentido, vale la pena resaltar que los procedimientos de reproducción asistida se realizan bajo estrictos criterios médicos, con un análisis previo de cada caso y una decisión conjunta con los pacientes, después de una explicación detallada de los riesgos y beneficios.
Una recomendación importante es que en la medida de lo posible se deben criopreservar los embriones y programar una transferencia diferida, esperando la resolución de la actual pandemia y evitando los riesgos aún desconocidos del Covid-19.
“Si bien conocemos los riesgos de contagio que pueden presentarse, sabemos que podemos controlarlos con un adecuado manejo y seguimiento con las medidas de bioseguridad establecidas en el consenso. Asimismo, sabemos de la importancia que tiene para muchas mujeres continuar con su proceso de reproducción asistida, sobre todo para ellas cuyo reloj biológico está al límite, aquellas que ya lo habían iniciado, o mujeres que deben congelar sus óvulos por quimioterapia” sostuvieron voceros de la Asociación.
Coronavirus y embarazo
La evidencia hasta el momento sugiere que las mujeres embarazadas no tienen más probabilidades de contraer el virus, comparadas con la población general. Asimismo, los datos actuales no indican un mayor riesgo de enfermedad entre las gestantes. Los episodios de crisis de la enfermedad respiratoria que se observan en las mujeres durante el período posparto probablemente obedecen a cambios fisiológicos propios del momento. Tendrá que esclarecerse la probabilidad de transmisión de madre a hijo y los posibles efectos sobre el feto y los neonatos, que hasta ahora no parecen probables.
“Es nuestro deber médico e institucional atender las necesidades poblacionales derivadas de una enfermedad como la infertilidad, con responsabilidad, bioseguridad, sentido común, pero, sobre todo, honrando siempre el fin fundamental de nuestra profesión: el bienestar de nuestros pacientes” finalizó la Asociación.