Que el sistema de salud colombiano tiene las mil dificultades jamás imaginadas, no es ninguna novedad. Que en Colombia los casos de pacientes que deben acudir a los estrados judiciales porque sólo vía tutela es que se les respeta el derecho a la salud y a la vida, tampoco es noticia nueva. Así como tampoco son nuevas las billonarias deudas con los prestadores públicos y privados que pone en riesgo la continuidad de la atención de los pacientes en Colombia.
Sin embargo, últimamente se han conocido una serie de hechos que realmente producen enorme tristeza y preocupación por la gravedad de los mismos, pero que sin embargo no han tenido la trascendencia en las altas esferas donde se toman las decisiones de este país.
En días pasados en la ciudad de Medellín, un hombre de 59 años que había ingresado a un centro médico de Belén exigiendo que lo atendieran porque “estaba muy delicado de salud”, después de esperar unos minutos, este paciente empezó a insultar al personal médico. Sin embargo, el tema no quedó ahí, pues al hombre se le olvidó su dolor abdominal, salió, buscó un palo, regresó y con este golpeó a una médica, de 29 años, que trabaja en ese lugar, y que por la edad bien podía ser la hija del paciente agresor.
El resultado de esta acción violenta fue una incapacidad de 15 días para esta joven médica, dictaminada por Medicina Legal, y la captura de este hombre quien ha sido procesado por la fiscalía por lesiones personales y tentativa de homicidio.
En el mismo departamento de Antioquia, esta vez en el municipio de San Carlos, una noche de la semana pasada, desconocidos dejaron un panfleto amenazante contra el gerente y una médica del hospital San Vicente de Paul. Lo hicieron dejándolo por debajo de la puerta de la oficina del gerente y los conminaron a abandonar la población en 24 horas.
Esta amenaza generó como protesta que los médicos y los empleados del hospital suspendieran sus actividades tanto asistenciales como administrativas, las que posteriormente fueron reanudadas.
Al respecto, el secretario de Gobierno de Antioquia, afirmó que de acuerdo con las investigaciones iniciales por las autoridades, estas amenazas contra estos dos funcionarios que llevan dos años laborando en ese hospital, al parecer tienen que ver con una situación presentada con algún ciudadano y no a una problemática de organizaciones criminales.
En el otro lado del país, en la ciudad de Bucaramanga, ocurrió otro hecho de similares características a los relatados hasta ahora. También la semana pasada, en el barrio Regadero de la capital santandereana, se dio un nuevo incidente contra el personal médico cuando una auxiliar de enfermería que labora en un centro de salud del citado barrio, fue agredida con arma blanca en medio de un robo. En la agresión, a la enfermera se le fracturó el cúbito y el radio de su brazo izquierdo por parte del delincuente.
De acuerdo con lo informado por la Secretaria de Salud de Bucaramanga al respecto, también los centros médicos ubicados en ese sector son víctimas de hurtos que afectan al personal médico, robándoles dispositivos técnicos tan simples como un tensiómetro o un fonendoscopios.
Cuando los médicos pierden así sus elementos de trabajo, la atención de los pacientes se afecta pues los que acuden a la consulta no pueden ser bien valorados, así como se afecta la labor domiciliaria de llevar servicios de salud a la comunidad pues son elementos que son esenciales para llevar el servicio médico casa a casa a los usuarios.
Por todo lo anterior la Secretaría de Salud de Bucaramanga considera cerrar nueve centros de salud en Bucaramanga, los cuales serían trasladados a otras zonas en donde las condiciones de seguridad son mejores.
Pero si en Medellín y Bucaramanga las agresiones y la violencia contra los médicos y el personal médico son suficiente motivo de preocupación, en la capital de la República las cosas no son distintas. Para citar el caso del hospital de Meissen, al que los habitantes de su área de influencia y cobertura acuden cada día y cada noche tras el asomo de una dolencia, una noche de tragos o un episodio de violencia y en donde los médicos que allí laboran dicen que los amenazan todos los días en el turno.
Quienes más acuden a la urgencia del hospital de Meissen son los pacientes víctimas de armas cortopunzantes, de fuego o de delitos sexuales se ven todos los días en los pasillos de esta sala de urgencias. Sin embargo, a los médicos de este servicio crítico que en un turno puede atender hasta 100 pacientes, no los impacta tanto la particularidad de sus pacientes sino la de sus acompañantes. Hace poco un joven se presentó al servicio de urgencias con heridas por arma de fuego y había al menos diez familiares fuera tirando piedra y armados, que estaban drogados o borrachos.
Es muy frecuente que los médicos de este hospital son agredidos y hace sólo 2 meses, una doctora embarazada fue atacada por un paciente, siendo las amenazantes frases más comunes contra los médicos “a la salida nos vemos” y “usted me las va a pagar”, que provocan la lógica intimidación de los médicos, pero que afortunadamente no todas se concretan.
Las historias de médicos atacados por sus pacientes en hospitales públicos de Bogotá son muy frecuentes y se conoció el año pasado hasta de un intento de ahorcamiento a una médico general en el hospital de Kennedy y el caso de un pediatra apuñalado en ese hospital por cumplir su deber.
El caso del pediatra ocurrió después que el médico diagnosticara que una niña de 11 años había llegado con signos alarmantes de abuso sexual, por lo que procedió de acuerdo con el protocolo existente y avisó al Instituto Colombiano de Bienestar Familia (ICBF) quien se llevó a la menor. Sin embargo, al acabar su turno y salió para su casa, un hombre que lo esperaba le propinó una puñalada cerca al corazón en plena calle. Fue una puñalada por hacer lo que debía hacer.
Según la Secretaría de Salud de Bogotá, entre los hospitales que han referido agresiones en contra del personal están el San Cristóbal, Bosa II nivel, Kennedy, Tunjuelito, Santa Clara, Meissen, Centro Oriente, Rafael Uribe y San Blas, siendo el mayor porcentaje de las agresiones por parte de las familias y acompañantes de los pacientes.
Analizando el origen de este comportamiento, según los mismos médicos, son varios los factores propician las agresiones. Uno es el consumo descontrolado de bebidas alcohólicas tanto de los pacientes que acuden a los servicios de urgencia, como de parte de quienes los acompañan y que son justamente los que los llevan a los centros asistenciales. Otro factor es que en muchas ocasiones, cuando los pacientes que son traídos por la Policía después de haber protagonizado algún hecho delictivo, los médicos se dan cuenta que están armados todavía, muchos con cuchillos y que son utilizados para amenazar e incluso agredir al personal de salud de estos servicios.
Otra causa es que la mayoría de las veces los familiares o acompañantes de los pacientes no entienden que hay un sistema de clasificación que le permite al personal médico determinar cuáles son los casos que necesitan una atención más inmediata que otra, y al no comprenderse esta circunstancia, estos acompañantes pueden considerar que alguien que llega con un dedo herido es más importante que una persona que presenta una isquemia cerebral, por ejemplo.
Por su parte, luego de un análisis de las causas de congestión de los servicios de urgencias de mediana y alta complejidad, la Comisión de Urgencias de la Secretaría de Salud de Medellín detectó que la oferta de atención médica general en las EPS era deficitaria, concluyendo que si las EPS cumplieran con suficiencia y oportunidad ese componente de la atención ambulatoria, bajaría automáticamente la demanda excesiva y el colapso en los servicios de urgencias.
Así las cosas, las agresiones que antes eran usuales en contra de los vigilantes o personal administrativo de los hospitales, a quienes antes les pegaban y escalabraban con objetos contundentes, ahora se están volcando hacia los médicos. En síntesis, se perdió el respeto que antes le tenían a los médicos…ahora ¡hasta los levantan a palo!
