
Cuando a Fernando Uzcátegui le llegó la primera solicitud para que colaborara con la donación de tizanas (salpicón en Colombia) tuvo que buscar en Internet la receta. Desconocía por completo cómo se preparaba la bebida de frutas y jarabe rojo. No tenía la menor idea, pero sabía que no podía decir que no. Hoy distribuye más de 300 litros de esta mezcla entre los colegios que así lo deseen, se puede decir que es experto.
En Guarenas, uno de los 21 municipios del estado Miranda cercano a Caracas, está el negocio de Fernando: El Mundo de las Frutas. Un comercio en los que los habitantes de la zona pueden comprar legumbres, hortalizas y frutos. También hay quien concurre a este sitio para extender la mano y clamar por algún alimento que le ayude a camuflar el hambre, una medicina para alejar alguna dolencia y tal vez algún donativo específico.
De oficio constructor, de vocación un servidor social, Uzcátegui inició en el mundo de las ventas hace once años y recientemente formó la Fundación Fernando y su gente, con la que le abrió las puertas a los más de 210.00 habitantes que, en promedio, tiene Guarenas.
Bolsas de verduras, sopas y tizanas para todos
Cualquier día por la tarde, mientras los rayos del sol se escondían, era común ver una larga fila de personas que aguardaban a las puertas de El Mundo de las Frutas. La noticia que Fernando regalaba bolsas de verdura a los más necesitados, había llegado a los más recónditos lugares del municipio. Así, poco a poco más gente, con niños en brazos, algunos descalzos o con ropas desgarradas, en muletas o en sillas de ruedas, esperaba su turno.
Como era de esperarse, las autoridades municipales y nacionales se enteraron. Entonces, decidieron poner fin a aquel acto de humanidad, lo consideraron irrespetuoso. “Me llegaron citaciones de la Fiscalía, de la Policía, de la Alcaldía, no querían que asumiera la tarea que a ellos, como gobierno, les correspondía. Entonces, decidí crear la Fundación. Es la vía para servir, no como empresario, como ser humano que quiere hacer algo”. Así nació la organización Fernando y su gente, como si se tratara de un acto de rebeldía ante el sistema impuesto.
Venezuela es el segundo país de Latinoamérica con mayor proporción de personas desnutridas, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el primer lugar lo ocupa Haití. Se estima que más de 3.700.000 venezolanos padecen hambre, una crisis humanitaria ha sido declarada.
Recientemente, la Asamblea Nacional aprobó un acuerdo para recibir la ayuda humanitaria en el país. Alegan que se necesitan insumos médicos y comida, Venezuela, sometida a los embates de una caída en los precios del petróleo y a una voraz inflación no puede satisfacerse a sí misma sus necesidades básicas.
Lo que esta fundación puede hacer es poco, pero constante. Su eje de acción se limita a Guarenas, están en crecimiento. “Podemos decir que en casi todos los barrios de Guarenas hemos llevado sopas, a los colegios vamos siempre, en diciembre nos ocupamos de llevar la Navidad a los más pequeños”, cuenta Fernando.
La olla de sopa es enorme, alcanza para 600 platos y los termos son de 44 litros. Todo sale repleto de la oficina y regresa vacío luego de una jornada en alguno de las más de 60 barriadas de Guarenas.
“Nosotros sabemos que muchas veces el plato de sopa que damos es el único alimento que puede recibir alguien ese día. Antes, en Venezuela la tradición era hacer una sopa todos los domingos, las verduras y la carne eran económicas. Era el plato que nos unía con la familia. Hoy lo seguro es que no exista sopa los domingos”, recuerda Fernando.
El proyecto de la salud
En la actualidad la Fundación Fernando y su gente no cuenta con sede propia, amplia y adaptada a los requerimientos, todo funciona en la frutería. Sin embargo, hay un terreno propiedad de Uzcátegui ubicado a tres cuadras del comercio que poco a poco se erige como una promesa: La casa propia de la organización. Allí funcionará un consultorio médico para niños.
Ya están las columnas y algunas vigas de concreto. La construcción va lenta, la economía no da para grandes edificaciones. Venezuela cerró el año con una hiperinflación de 1.700.00%, una cifra que golpea diariamente a los ciudadanos y bambolea algunos propósitos.
La sede es uno de los proyectos de la Fundación para este 2019. Allí, en pleno centro de Guarenas, donde día a día hombres, mujeres y niños transitan a pie entre calles angostas y sol inclemente, donde escasean las farmacias y los centros médicos permanecen desabastecidos, la idea es brindar atención primaria a los más pequeños.
“No hemos podido iniciar por completo el tema de los chequeos médicos, aunque es un proyecto que sabemos es necesario. Nuestro objetivo es poder abrir las puertas no solo a un pequeño consultorio, también a salones de eventos para dictar charlas y brindar oportunidades de crecimiento a los niños, a fin de cuenta ya uno va de retirada”, concluye Fernando.