Un año más, el llamado ‘Blue Monday’, Lunes triste, viene marcado en el calendario como el día más triste del año. Se basa en una fórmula matemática lanzada por un psicólogo de la Universidad de Cardiff, pero ¿tiene alguna base?
Un lunes es un día complicado de por sí, pero si a eso sumamos que, desde hace algún tiempo (2005), un psicólogo de la universidad de Cardiff decidió que este en concreto fuera el día más triste del año, la cosa va aún a peor.
Cliff Arnall bautizó el tercer lunes como el día más triste de los 365 que componen un año. Se basa en una fórmula matemática que suma varios factores: deudas navideñas, el mal tiempo y la desmotivación por no tener fuerzas para cumplir los propósitos de año nuevo, entre otros.
Aunque el trasfondo de este día se considera meramente comercial pues ha sido aprovechado por diversas agencias de viaje para vender sus productos, el doctor Peña apunta que esto sirve para poner atención en una enfermedad como la depresión.
Varios expertos neurólogos y siquiatras consideran que, “La depresión no es solo un estado de ánimo normal o esperado por la época“, y la depresión, de hecho, afecta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a unas 350 millones de personas en el mundo.
Se advierte que las personas con depresión pueden llegar a ver acentuados sus síntomas en este día, por lo que se debe poner especial atención en ellos para que no haya ninguna consecuencia de gravedad.
Sin emabrgo, otro aseguran que este evento del Lunes triste, responde a una estrategia publicitaria, por lo que conviene tomarlo con cierto escepticismo. Una agencia de viajes contactó con el psicólogo para que determinara cuál era el día más triste de todo el año, siendo el objetivo de todo ello incitar a la gente a volar en esa fecha para paliar la depresión.
Pese a todo, es cierto que un lunes no es un día demasiado apetecible y menos si se trata de una jornada fría, después de navidades y hay unos kilos de más en el cuerpo, o aún estamos pagando los regalos de Navidad y con alzas en prácticamente todos los servicios y productos de consumo general, sin contar el regreso a clases de escolares y universitarios, lo que implica renovar las madrugadas.