Si algún caso ha dejado en evidencia la precariedad, ineficiencia y el grado de corrupción que probablemente desde hace varios años se maneja al interior de la Superintendencia Nacional de Salud, es el de la EPS Medimás.
Ningún otro “negocio” del sistema de salud colombiano resulta tan emblemático para palpar y constatar que de nada valen resoluciones, circulares o decretos, a la hora de emitir conceptos finalmente acomodados para permitir el funcionamiento o constitución de un nuevo actor del sector, sin el lleno de requisitos y que terminan convertidos en esquilmadores de los recursos de la salud.
En el caso de Medimás, antecedido por el también escabroso tema de Saludcoop EPS, la Superintendencia de Salud actuó con ligereza, falta de rigurosidad técnica y hasta de manera reprochable –y así lo demostró recientemente la propia Fiscalía General de la República, cuando emitió órdenes de captura contra cuatro funcionarios de la Supersalud por corrupción- al permitir su habilitación y funcionamiento.
Mediante la resolución 2426 del 19 de julio del 2017, el entonces superintendente delegado para la Supervisión del Riesgo, José Osvaldo Bonilla, conceptuó que la nueva EPS Medimás, que nacía de la mano del Plan de Reorganización Institucional de Cafesalud, cumplía con las condiciones de habilitación, “teniendo en cuenta las consistencias en las proyecciones de ingresos, costos y gastos que prevé ejecutar dentro de los próximos diez años y sus respectivos impactos en el estado de los resultados y en el balance general”, luego daban 10 años de gabela a la capitalización de la empresa, que cuando fue conformada, el 14 de julio de 2017, ante la Cámara de Comercio de Bogotá, se registró con un activo total de un millón de pesos y como una microempresa.
En diciembre de ese mismo año, según consta en los estados financieros Medimás obtuvo ganancias por el monto de 38.144 millones de pesos y en octubre se había capitalizado con 18 mil millones de pesos, luego su patrimonio ascendió en cinco meses a 56 mil millones de pesos.
Pero ¿cómo consiguió una microempresa con un activo inicial de un millón de pesos, crecer de manera exponencial en sus ganancias y en su comportamiento financiero?. Fácil: dado que el “negocio” del sistema de salud en Colombia, final y tristemente no está en los servicios que se prestan o en la venta de dichos servicios, sino en el número de afiliados que se tienen, al llegar al mercado Medimás captó la módica suma mensual de 335.416 millones de pesos, correspondientes al pago de la Unidad por Capitación por parte del Gobierno por cada uno de los cinco millones que le transfirió Cafesalud EPS. Dado que ejecutó el 89,9% de la UPC en costos de salud, sus ganancias fueron las antes mencionadas.
Pero mientras esto ocurría en sus arcas, en los centros de atención a sus afiliados, la historia era distinta. La negación de servicios a los usuarios creció de forma casi que paralela con el aumento de sus activos. En este tiempo, la propia Supersalud ya le había impuesto dos multas por mala prestación de servicios. La Procuraduría General de la Nación, ya la investigaba por lo mismo y pasó a encabezar la lista de las EPS que mayores quejas recibía de sus usuarios.
Luego vino la debacle con las clínicas de Esimed, el cierre de varias de ellas y el atraso en el pago del personal de salud en todo el país.
Y como para terminar de ajustar, en octubre de este año, es decir, apenas un año y tres meses de estar funcionando la Procuraduría fue informada por la Agente Especial Liquidadora de Saludcoop EPS, Ángela María Echeverri, de la decisión de revocar la venta de Cafesalud E.P.S., ante los reiterados incumplimientos de los compradores, es decir Medimás, alegando que el cronograma de pago de las acciones de Cafesalud, no se cumplió y estaba en mora de más de 90 días, habiendo hecho un último pago parcial en julio de este año, lo que ubica la deuda en más de $74.101 millones de pesos, sin incluir los intereses de mora correspondientes.
Mientras que con las acciones de Esimed no se había hecho un solo pago y la deuda total ascendía a 17.500 millones de pesos, con una deuda total de más de 125 mil millones de pesos, sin contar intereses.
En los libros de Prestnewco (Uno de los grupos accionistas de Medimás), presentados a la Superintendencia de Sociedades se evidencia que las deudas ascendían a 2,2 billones mientras que los ingresos eran de apenas 1,7 billones de pesos. Desde los primeros días, Medimás ya estaba trabajando a pérdidas.
Pero no cabe aquí el asombro, todo lo contrario. Asalta más bien la duda de si la Superintendencia Nacional de Salud, fue la única que no se dio cuenta del riesgo que se corría al poner en manos de una microempresa de apenas un millón de pesos en activos, la salud de más de cinco millones de personas y los ya de por sí escasos recursos del sistema de salud.
Se abre un nuevo capítulo en el tema de Medimás, esta vez en la supuesta venta, por cuarta ocasión de sus acciones, las mismas que primero fueron de Saludcoop y luego de Cafesalud. Esperemos que en esta ocasión la historia no se repita y no se convierta en otro nuevo calvario para usuarios y trabajadores de la entidad.