Leyendo las noticias sobre la muerte de los dos primeros profesionales de la salud, no hay nada heroico en las muertes evitables de estos dos médicos. Esta no es una historia de héroes; es una demostración de sacrificio humano acolitado por nuestro sistema de salud. Este caso resalta la realidad que viven todos los profesionales del sector salud de nuestro país: Bacteriólogos, enfermeras, fisioterapeutas, psicólogos, auxiliares, odontólogos que en realidad no tienen otra opción si quieren continuar con su labor.
La forma en que se configura nuestro sistema es tal, que si se desea trabajar como profesional de la salud, se debe estar dispuesto a renunciar a los derechos humanos básicos, como una compensación justa, horas de trabajo razonables, y estar dispuesto a asumir riesgos personales y profesionales ilimitados como los de esta pandemia, ante la falla del sistema de salud de proporcionar una protección adecuada sin ninguna expectativa de compensación de riesgos.
“No enviarías a un soldado a la guerra sin armadura o un bombero a un edificio en llamas sin equipo de protección”, entonces, ¿Por qué enviamos nuestros profesionales y trabajadores de la salud a trabajar en medio de una pandemia sin el equipo de protección necesario?
La solicitud de equipos de protección personal adecuados debe ser mayor que la solicitud de presentarse en su sitio de trabajo, a pesar de ello, no tienen poder de negociación, los envían lamentablemente poco protegidos y como resultado se están muriendo. No solo están siendo enviados a la primera línea de una crisis internacional inexcusablemente sin protección ante una nación infectada, sino que además no están siendo compensados adecuadamente por hacerlo.
El aplaudirlos y llamarlos héroes, acción que a menudo es bien intencionada, tiene el desafortunado efecto de enmascarar y distraerlos de las realidades inaceptables de su situación. No son mártires perfectos, pero tampoco son monstruos egoístas, son humanos, del tipo que está dispuesto a hacer cualquier cosa dentro de sus medios para ayudar a los demás, pero que consideran que el apoyo en sus propios tiempos de necesidad debe venir con el mismo grado de urgencia y expectativa.
Después de todo, si ellos y sus familiares se enferman, ¿Quién quedará para cuidarlos? Aunque los trabajadores de la salud tienen un deber con sus pacientes, también tienen un deber con ellos mismos y sus propias familias.
Los intereses de los profesionales de la salud, a menudo son reprimidos o incluso silenciados. Nuestra sociedad capitaliza el altruismo de los profesionales de la salud, ahora más evidente que nunca, ya que se utilizan frases como “usted estudió esto” para justificar entornos de trabajo peligrosos, equipos de protección inadecuados y la falta de una compensación razonable.
Ya es hora que el país salde su deuda con los profesionales de la salud y establezca una nivelación salarial, basado en sus grados de formación y experiencia tal como existe en las fuerzas armadas, el gobierno tiene el deber moral de contribuir a la dignificación del talento humano en salud en el territorio colombiano, con condiciones laborales decentes y justas.
Nuestra mentalidad colectiva con respecto a la atención al paciente debe cambiar. La medida en que brindan atención ahora está delineada por su propio derecho a la seguridad.
Es comprensible que esto angustie a muchos profesionales de la salud dedicados, pero la alternativa es terminar en un ventilador y ser atendido por sus colegas que ahora corren un riesgo aún mayor.
Un mentor mío me dijo una vez: “Nunca hagas nada en esta línea de trabajo que te haga sentir incómoda, solo vendrás a lamentarlo”. Nó realices tareas de atención al paciente si sientes que no tienes el equipo adecuado para hacerlo de manera segura.
Ya es hora de que se siente un precedente sobre los trabajadores más vulnerables del sector salud, es abusivo, inhumano y peligroso. Ya es hora de que se piense críticamente sobre la necesidad de una agitación masiva y una re estructuración de la forma en que este país ve y trata a sus trabajadores de salud de todo tipo. Ya es hora de que hablemos, es hora de que recuperemos nuestra humanidad, y es hora de que actuemos.
Ese momento es ahora.