En el Senado, desde hace un año espera segundo debate la iniciativa legislativa.
“Los antibióticos eficaces han sido uno de los pilares que nos ha permitido vivir más tiempo con más salud y beneficiarnos de la medicina moderna. Si no tomamos medidas importantes para mejorar la prevención de las infecciones y no cambiamos nuestra forma de producir, prescribir y utilizar los antibióticos, el mundo sufrirá una pérdida progresiva de estos bienes de salud pública mundial cuyas repercusiones serán devastadoras”, doctor Keiji Fukuda, subdirector general de la OMS para Seguridad Sanitaria.
Esta alerta sobre el uso indiscriminado de antibióticos fue lanzada por la Organización Mundial de la Salud desde el año 2008. Y cada año la renueva alertando sobre la preocupación que se cierne a nivel mundial.
Hoy, se sabe que el uso de los antibióticos es el principal factor responsable de la emergencia y diseminación de bacterias resistentes.
Pese a esto en Colombia buena parte de los antibióticos se venden de manera indiscriminada, sin fórmula médica en cualquier farmacia del país. Incluso se ofrecen indistintamente junto a otras medicinas en los portales web de las droguerías, donde se informa sobre su precio, la composición y el laboratorio que los produce.
Para reversar esta situación, desde septiembre de 2014 está a la espera de estudio el proyecto de Ley 90 de 2014, que establecería medidas dentro del Sistema General de Seguridad Social en Salud para reglamentar la venta de medicamentos y el adecuado uso de los antibióticos; se prohíbe la venta de antibióticos sin fórmula médica y se dictan otras disposiciones.
Sin embargo, el mencionado proyecto está en la agenda de la Comisión Séptima del Senado desde hace un año a la espera de un segundo debate.
En la exposición de motivos de la iniciativa cuyo ponente es el médico senador del partido Opción Ciudadana, Antonio Correa Jiménez, se advierte que estudios hechos en ocho países revelan que el consumo promedio de antibióticos aumentó casi 10 % entre 1997 y 2007. En este estudio se observó que para 2007 los países con mayores consumos fueron Argentina con 16,6 por 1000 habitantes, seguida de Venezuela, Perú, México y Chile. Los consumos más bajos estuvieron en Brasil (7,0), Colombia (8,1) y Uruguay (8,9).
Así mismo, un estudio realizado por la Universidad Nacional en el 2011, a partir de información de los servicios farmacéuticos de diez instituciones de alta complejidad de cinco ciudades del país entre 2002 y 2007, mostró una disminución importante en el uso general de ciprofloxacina y el desuso de ceftazidima desde 2004. Pero también se observó una tendencia al aumento en el consumo de ampicilina sulbactam, ceftriaxona, meropenem, piperacilina tazobactam y vancomicina. Otros estudios han aportado información importante frente a la relación de estos eventos y la aparición de resistencia bacteriana.
Autoridades de salud admiten que el uso de los antibióticos es el principal factor responsable de la emergencia y diseminación de bacterias resistentes. “Si bien la resistencia a los antimicrobianos es un fenómeno evolutivo natural que puede ser acelerado por factores epidemiológicos y biológicos, gran parte del problema se ha desarrollado por el abuso al que han sido sometidos los antibióticos, tanto por uso excesivo, como inadecuado”, dicen los expertos.
De hecho, el proyecto contempla en su artículo 7º. que el Gobierno nacional adoptará las medidas pertinentes para regular y controlar la venta de antibióticos a través de la internet y de cualquier otro medio que permita su comercialización sin la exigencia de una fórmula o receta médica.
La fórmula médica
Adicional al control de venta libre de antibióticos, la propuesta considera también poner coto a la automedicación mediante el control de expendio de medicamentos sin fórmula médica.
“Entre los aspectos negativos de la automedicación se destacan los riesgos de efectos indeseables e interacciones del medicamento consumido y la posibilidad de retraso en el diagnóstico de una enfermedad potencialmente letal. A escala social, la automedicación es en gran parte responsable del aumento en la resistencia bacteriana por el uso indiscriminado de antibióticos”, advierte en sus consideraciones la iniciativa legislativa.
La costumbre de automedicarse puede pasar incluso por la creencia de que si un médico no formula bastantes medicinas, es malo y en cambio el paciente recibe las recomendaciones del familiar, el amigo o el vecino sobre un medicamento con el que se ha aliviado de alguna enfermedad y lo compra por su cuenta.
De ahí la necesidad de que la tenencia de la fórmula médica para adquirir medicamentos, en particular los antibióticos, sea considerada prioritaria para el Gobierno.