El mundo sigue en ‘shock’ por el sorpresivo ataque de un inédito virus que ha provocado una de las peores pandemias de la humanidad. Las discusiones y especulaciones absurdas sobre la evolución y comportamiento frente a la catástrofe, lo corroboran. Es evidente que buena parte de la gente no ha puesto los pies sobre la tierra y creen que un muy cercano día se despertarán y el germen C19 habría desaparecido mágicamente. Nada más errado.
Es indispensable que todos seamos conscientes de una realidad inocultable. El comportamiento del SARS-CoV-2 aún no ha sido descifrado en su totalidad, hay muchas preguntas sin respuesta. Hay variables cambiantes sin definir. Pero al menos debemos poner en contexto algunas precisiones que son realidad plena:
1. El virus está aún muy activo en todo el mundo y su presencia seguirá siendo endémica, por meses, quizá años.
2. Las medidas y recomendaciones son exclusivamente de orden sanitario, buscando proteger la salud y la vida de las personas.
3. Las decisiones administrativas y gubernamentales están únicamente regidas por protocolos científicos. Ninguna puede corresponder a directrices legislativas tradicionales que en estos casos no priman, ni funcionan.
4. El distanciamiento físico con personas desconocidas deberá mantenerse como norma por tiempo indefinido. En este caso no hay fecha probable de atenuación o de pronta resolución.
5. La mascarilla facial (tapabocas o barbijo) es un artilugio, que deberá ser parte del atuendo personal por al menos un año.
6. La curva de monitoreo de la intensidad (o gravedad) de la pandemia, no es el crecimiento del número diario de casos, lo cual es “normal” en estos procesos. Es el daño causado a la salud y vida de la gente, por lo tanto, se deben evaluar las tasas de letalidad y mortalidad a la hora de hacer comparaciones. Además de ello la capacidad de contagio de las personas infectadas.
7. El llamado pico de la pandemia en el mundo aún no ha llegado (solo en algunos países), la OMS ha alertado de nuevo incluso de un posible rebrote, en las zonas que han flexibilizado la cuarentena. Ya está sucediendo en lugares como China y Alemania.
8. En Colombia el punto máximo de afectados podría estar entre agosto y septiembre, luego viene un lento periodo de descenso y posteriormente una fase de mitigación. Aunque esta es impredecible, tomaría varios meses, que exigen mantener las medidas vigentes. Significa que las precauciones actuales deberán mantenerse por al menos unos ocho meses más.
9. Los países supuestamente más desarrollados, han sido hasta ahora los más débiles y vulnerables ante el fenómeno Covid 19 (España, EEUU, Italia, Alemania, Suecia, G. Bretaña, Brasil, China, etc.). Sus sistemas de salud escasamente funcionaron para evitar el desastre y el enorme costo en vidas, que aún siguen padeciendo.
10. La vacuna sobre la cual se ha especulado demasiado, solo estaría disponible para el común de la gente en el 2021; hoy las expectativas son inciertas sobre su nivel de significancia o eficacia. Es indispensable que esté por encima del 90%, de lo contrario representará un gran riesgo.
11. Todos los sectores productivos presionan para su reapertura. Es lógico ante una crisis socioeconómica y de desesperanza. Pero esta debe ser gradual haciendo énfasis en lo esencial. Lamentablemente algunos como gimnasios, iglesias, cafeterías y discotecas, tendrán que esperar a una fase segura de bajo contagio.
12. Actividades como las prácticas deportivas formales, entrenamientos especialmente en colectivo o grupales, por ahora se deben limitar y posponer. Debe darse prelación a sectores puntuales como deportistas individuales de máximos logros en quienes se pueden implementar las medidas biosanitarias completas, que son muy costosas.
En Colombia es evidente que mucha gente (que aún no está afectada o enferma), no prioriza el autocuidado y poco le importa. El llamado “día sin IVA”, demuestra que por ahorrar unos cuantos pesos, no importa asumir riesgos. Pero además de ello abundan las fiestas clandestinas y encuentros grupales disímiles. Significa entonces que estamos ‘ad portas’ de repetir la historia de hace 101 años de la Gripe española, se confiaron como hoy y vino una segunda ola que fue la más mortífera, con millones de víctimas. Como dicen popularmente: “Qué Dios nos coja confesados”.