Medellín.- La bumanguesa Lina María García Rincón, docente y habitante de Chile desde hace 13 años, quiso hacerse en Medellín una cirugía de aumento de glúteos para lo cual ahorró dinero durante cinco años; sin embargo, el procedimiento desencadenó en una pesadilla.
En vista de que una pariente vive en el municipio de Envigado (sur del Valle de Aburrá), Lina María consideró que era la mejor oportunidad para mandarse a hacer la intervención quirúrgica, pues tuvo en cuenta la buena fama de la capital antioqueña porque aquí están algunas de las mejores clínicas del país para ese tipo de operaciones.
Fue así que el 9 de marzo del presente año llegó procedente del país austral a la Capital de la montaña. Previamente ella buscó por internet información de qué establecimiento sería el más adecuado para hacerse la cirugía. Encontró a la Clínica Isis en Envigado que se presentaba como una IPS idónea para ese tipo de intervenciones. Allí pagó 16 millones 500.000 pesos más los gastos extra de medicina; no obstante, ya lleva alrededor de 20 millones de pesos gastados.
Después de la operación para aumentar sus gluteos que le practicaron el 15 de marzo empezó a fatigarse, subía escaleras y sentía que se le iba el aire, lo que era extraño pues Lina María trabaja con niños y ellos exigen mucha energía y movimiento.
Para exponer su caso iba todos los días a la IPS, donde le decían que eso era normal, que estuviera tranquila, que no pasaba nada y que tomara un jugo de mora o que comiera hígado. “Hice todos los remedios caseros que hay para que la hemoglobina suba”, explicó la afectada.
Después de la intervención quirúrgica, el médico cirujano nunca volvió a ver a esta paciente. “Yo fui, me operó, le pagué y él me dejó en manos de la jefe de enfermeras y en manos de una señora que me hacía masajes de drenaje linfático”, indicó la profesora.
El deseo inicial de la docente era aumento de glúteos, pero le ofrecieron un “combo” de varias intervenciones. Fue por tanto, que le pusieron implantes en la cola, le hicieron una lipotransfusión de grasa, una miniabdominoplastia, cuando en realidad resultó una cicatriz que va de lado a lado. Se le necrosó la herida, pese a eso en la Clínica le decían que estaba bien.
Ante la negligencia de la clínica donde inicialmente la atendieron y en vista de que su estado de salud empeoraba, acudió a la clínica Bolivariana, donde de inmediato le hicieron tres transfusiones de sangre “porque tenía la hemoglobina en seis, lo normal es 12 algo y antes de la operación yo la tenía en 14, y me internaron, duré 23 días hospitalizada”, aseveró la mujer.
Allí le practicaron tres intervenciones quirúrgicas más, le quitaron las prótesis debido a que tenía dos bacterias y dado que tuvo que ser hospitalizada perdió el viaje que tenía de regreso a Chile.
“Me preocupa que estando acá en Medellín, cada semana me entero de una muerte, de una víctima, hay muchas que no quieren hablar por temor, por miedo. A mí se me acercó una persona y me dijo que quitara la denuncia y que me fuera. No me he podido ir porque tengo 10 sesiones por clínica de heridas de la Clínica Bolivariana”, añadió la afectada.
Reveló que el cirujano que le practicó la operación es el doctor Reynaldo Llamas “y en la página de la Clínica dice que él es cirujano de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva. Yo lo busqué, pero no lo he encontrado, lo puedo asegurar no sé quién es, no lo conozco. Yo llegué acá y no tenía tiempo de investigarlo. Él se fue a Texas (Estados Unidos), volvió, ya no está en esa clínica según lo que me dijeron. La verdad, la negligencia de él es que se deshizo de mí, como si yo fuera una basura; me operó, ‘chao, mi enfermera la ve’. Ahí es donde yo digo que está la mala praxis”.
Pañitos de agua tibia
Agregó que en la clínica Isis le ponían vendas, una toalla higiénica, encima la faja y luego le advertían que nadie más podía tocar eso “mientras mi herida se estaba necrosando y ellos me decían que mi herida estaba linda, para ellos estaba bien. Cuando llegué a la clínica Bolivariana mi herida estaba terriblemente negra, tenía 5 centímetros de profundidad”, narró la paciente.
Una vez la atendió el galeno en este centro asistencial, lo primero que le preguntó a la paciente fue ‘¿dónde está su médico? Y ella le respondió que luego de la operación nunca más la vio. Ese doctor le pidió que lo llamara y la mujer hizo caso marcándole al número de Isis, pues no sabía el teléfono del cirujano Llamas.
Al llamar de esa Clínica le reclamaron que por qué estaba en la Bolivariana “como si no quisieran que uno usara las pólizas. Me dijeron que eran ellos la que la activaban, la Clínica. Yo le dije a mi cuñada, ‘no importa, yo pago, pero que me revise otra persona y que me diga la verdad’. Yo ya sentía que algo malo estaba pasando”, reiteró la santandereana.
Para ella fue una pesadilla eso que vivió a raíz del “combo” de cirugías que le practicaron. “Me hicieron una succión a pared, yo estaba con mangueras a la pared, yo no me podía mover (cuando fue a la Clínica Bolivariana).
“Que decepción de saber todo lo que sé ahora que pasa aquí en Colombia. Lo bueno que tenemos lo estamos dañando porque sé que hay buenos cirujanos y esos son los que hacen su especialización cuatro o cinco años”, puntualizó García Rincón.
Finalmente, la mujer apuntó que una vez termine la única sesión pendietne se regresará a Chile.
Opinión y Salud averiguó en la Clínica Isis por el médico Llamas y le informaron que él aún trabaja allí, pero que no tiene un horario fijo de trabajo, por lo cual no es fácil de encontrar.