El futuro de una nación son sus niños, por eso cuando los niños se mueren, ese futuro queda amenazado. Y así como queda amenazado el futuro de una nación, queda cuestionado el desempeño de las autoridades que deben garantizar la protección y el bienestar de una población especialmente vulnerable como es la población infantil, sobre todo cuando esa muerte es consecuencia de la desnutrición.
Colombia acaba de enterarse que en cada mes del primer trimestre del año 2015, en pleno siglo XXI, han fallecido un promedio de 24 niños menores de 5 años por desnutrición. Esa es la información dada a conocer la semana anterior por parte del Instituto Nacional de Salud (INS), y en la que se menciona que en ese lapso de tiempo murieron 72 niños por desnutrición en el país, lo que significa una reducción del 38.5 % en el número de casos con respecto al mismo período de 2014, cuando se reportaron 117.
El INS informó que el departamento que reportó más muertes fue La Guajira, seguido por Córdoba, Cesar, Chocó y Risaralda. Sobre el total de casos reportados, un poco más de la mitad (51,2%), correspondió a menores de un año. El 46,3 % de los pequeños residían en áreas rurales y desafortunadamente, aunque en Colombia ya se viene hablando de una cobertura casi del 100 por ciento de aseguramiento en salud, el 22 % de estos niños fallecidos por desnutrición, no estaba afiliado aún al sistema de salud.
La Guajira sigue marcando un liderazgo negativo en el tema de muertes de niños por desnutrición, y justo se acaba de conocer una nueva información sobre la muerte por desnutrición de 3 niños wayuu la semana pasada. Para complemento de los niños de esa zona del país, según las autoridades locales, en el mes de mayo del presente año, la cifra de niños muertos pertenecientes a esta comunidad ascendió a 11.
Llama la atención la difícil situación por la que atraviesan los niños de la población indígena en nuestro país, pues según el informe el 39% de los niños que murieron por desnutrición eran indígenas. Lo que ocurre en La Guajira con los niños wayuú y lo que se reportó la semana pasada con 15 niños que fallecieron por desnutrición en el resguardo Embera Chamí en el municipio de Pueblo Rico, Risaralda, así lo confirma. En otras palabras, los nuevos casos de niños indígenas fallecidos por desnutrición de manera reciente, implica que este porcentaje está aumentando.
La fresa del postre en el tema de las muertes de los niños indígenas por desnutrición en Colombia, fue la denuncia que hizo el defensor del Pueblo de la seccional de Risaralda, Fredy Plaza, quien dijo en este 2015 en ese departamento ya van 15 niños fallecidos por desnutrición, que son niños que muchas veces no son tenidos en cuenta en las estadísticas oficiales; manifestó además que no existe en dicha zona una estrategia de seguridad alimentaria efectiva, e inclusive alertó que no se está haciendo seguimiento a la entrega de alimentos.
El documento técnico del INS sobre la muerte de niños por desnutrición en Colombia establece que el 39 % de los menores fallecidos no recibieron lactancia materna y el 41,5 % alimentación complementaria.
En últimas, este informe oficial, que de acuerdo con los actores locales de cada territorio al parecer se queda corto con respecto al total de niños fallecidos por desnutrición en los primeros 3 meses del 2015 en Colombia, está evidenciando una triste y preocupante realidad, y es que el estado sigue siendo incapaz de garantizarle la protección, el bienestar, una adecuada estrategia de seguridad alimentaria y atención en salud oportuna a una de sus poblaciones más vulnerables: los niños, y de manera especial, los menores de 5 años de edad.
Las autoridades gubernamentales no pueden seguir argumentando que las muertes de los niños indígenas por desnutrición ocurren porque “sus padres no permiten retirarlos del hogar a tiempo para garantizarles atención en salud”. Está más que claro que todas las fuerzas del estado deben conducirse de tal modo que independiente si los niños están en la zona rural o en la urbana, o si hacen parte de una población indígena o no, a la población infantil se le respete su condición de población vulnerable y pueda disfrutar de sus derechos que incluyen entre otros, la alimentación y los servicios de salud.
Mientras que los diferentes estamentos estatales no se articulen en políticas públicas efectivas que permitan el respeto y el cumplimiento de esos derechos a los niños de Colombia, la desnutrición seguirá cegando la vida de nuestra población infantil, y de paso estará ensombreciendo el futuro de nuestro país.